Cabecitas negras
En Argentina ya quedan pocos indios. Los mapuches en la cordillera sufren de despojo de sus tierras, de altos índices de tuberculosis y alcoholismo, y del peor mal que puede sufrir cualquier ser humano: el olvido. Hay algunos tobas y matacos en el norte del país, que son explotados por la iglesia católica para fabricar artesanías y como curiosidad digna para estos caritativos emisarios del señor que los pondrían en la revista "Muy interesante". Pocos más quedan: algunos guaraníes en la Mesopotamia y algún que otro descendiente de etnias onas en la Patagonia. Pocos, son muy pocos, y su futuro es tal vez más incierto que el del país donde los "dejan" vivir, al mejor estilo de reservación india gringa. Pero los que están allí y lograron subsistir son los que se dieron en el mestizaje, los "cabecitas negras", los que escaparon al genocidio de Roca y Alsina y sus libertadoras campañas del desierto, o a las matanzas de los ingleses que salían a cazar indios como quien caza perdices. Los "cabecitas negras" están allí, y van a estar mientras el país dure, y mal que les pese a quienes los consideran una raza inferior. Y a pesar de quienes todavía creen que Argentina es la sucursal de Europa en Latinoamérica, y que los argentinos son cultos, cariblancos, bonitos y bonitas e inteligentes. ¿De qué argentinos hablará esa gente? Algunos les dicen directamente "negros", aunque casi no hay negros en Argentina, se los llevó la peste y la fiebre amarilla en la época de la Colonia y fueron carne de cañón en las Guerras de la Independencia.
Pero sucede que ser negro en Argentina es tener el color de la tierra (tal como se definen a sí mismos los indígenas zapatistas), ser "pardos". Y aquí otro sinónimo despectivo, porque nadie para la sinonimia como los argentinos, sobre todo si es despectiva. Nos enseñaron a los "blanquitos" a no mezclarnos con los "parditos". Nadie tenía novios o novias "parditos/as", nadie todavía hoy se casa con un "cabecita negra" si no se le parece fisonómica y culturalmente. ¡Ah, pero eso sí, los argentinos no son (somos) racistas! ¡No, qué va! Y aquí se presenta otra de las grandes mentiras nacionales. No somos racistas, somos racistas y xenófobos, si no pregúntenle a cualquier migrante económico paraguayo o boliviano que va a Argentina en busca de subsistenciay dignidad y se parte el alma laburando y viviendo en una villa miseria. Pero, por supuesto que las generalizaciones son siempre malas, por lo general (sólo para redundar un poco). Y hasta hay argentinos "blanquitos y europeítos" que se codean y se mezclan con "parditos y cabecitas negras". Y si hablamos de generalizaciones, deberíamos tener cuidado con decir: "Los argentinos somos así y asá, y usamos esto y aquello, y nos gusta el tango y pasear por la calle Corrientes...". El país es más grande que eso y muchos de quienes dicen esto nunca fueron más allá de la Gral. Paz. Claro, deberían enterarse que en el interiuor del país hay muchos "cabecitas negras".
Pero volviendo a Evita, sería largo tratar de preguntarse y explicar por qué la querían tanto los "cabecitas negras", y por qué la odiaban tanto los oligarcas. ¿Por qué sería? Algunos la tildaron y tildarán de populista. Tal vez sí, pero la verdad que nadie les dio a estos seres del color de la tierra lo que ella. Muchos dicen que Evita era una resentida social. ¿Será que ese calificativo significa resentirse de las putadas de la sociedad? Nunca lo había pensado así, pero puede ser ¿no? Qué paradójico resulta que una frase nacida del cariño haya sido tomada para el odio y la segregación, pero dicen que las grandes frases sobreviven hasta a sus creadores.
Puede ser que algún día nos demos cuenta que ser "europeítos" no es tan bueno como parece, y empecemos a mirar un poco para adentro, para cambiar ese mundo en que vivimos, que se parece más al color de la tierra que al blanco. ¿O tal vez nos vamos a volver a tragar el anzuelo ese del "Carlo", que nos prometió el primer mundo?
Tengo la absoluta certeza de que los "cabecitas negras" serán un día los verdaderos dueños de Argentina, simplemente por una cosa: son los que levantan casas, los que construyen caminos, los que acarrean bolsas, los que siembran, cosechan, cuidan el ganado, los que ponen el hombro, en definitiva, "los que trabajan en serio", y algún día el mundo recuperará por la fuerza de la necesidad todo lo que implica el concepto de trabajar. Los "cabecitas negras" no se sientan a teorizar, ni mucho menos a escribir (como el croniquetón aquí presente), acerca de la infamia que representa el Día de la Raza. ¿Saben por qué? Porque ellos son LA RAZA.