domingo, mayo 06, 2007

¡¡¡Fumar mata!!!



Sábado al mediodía en el DF, momento favorito. Salgo a comprar pan, flores, verduras, cigarros, y todas las cosas de las que me olvidé entre semana. Se pone un tianguis (feria callejera) debajo de mi edificio. Compro y hablo de fútbol, de mujeres o del tiempo, con mis habituales “marchantes”. Con todos es muy divertido y agradable, y me paso horas en ello. Hoy en especial decidí que el impedimento que siento al subir una escalera o al correr tras un billete que el viento me arrebató, bien valdrían la pena de intentar no fumar esta mañana, que en realidad es tarde temprana.
Al regresar de las compras, decido agasajarme con un buen pollito a la provenzal con papas y una exuberante ensalada mixta de radicheta que cultivo en el macetero del pasillo de mi departamento. Sintonizo en la radio el excelente programa de jazz que comienza a las dos y me dispongo a escuchar a Nina Simone, a la gran Billie, a Chet Baker, a Davis, y a cocinar: Ajo, perejil y pollo frescos, papas, aceite de oliva… Soy un duque, ¿qué más se puede pedir? Los temas de la radio están a mi pedido, ahora va Sarah Vaughan con “Sunny”; ya casi estoy en un orgasmo melómano-gastronómico… Huele como recién cortado este perejil…
De pronto, la radio mexicana anuncia una cápsula contra el tabaquismo. ¡Esto es la última moda aquí! Parece que a algún genio se le ocurrió que el tabaco mata más que El Diablito Bush y la miseria, y todos los etcéteras que abundan. A cierta distancia, ya casi no puedo ni imaginarme un bar de Buenos Aires, con café y amigos de por medio, y sin poder fumar. A la merda con el jazz. Pero aquí sí que le acertaron, la cápsula es un pequeño culebrón unipersonal de un tipo que está en las mismas que yo. Intenta cocinar en un sábado por la tarde y lleva varias horas en su lucha por la abstinencia nicotínica… Salió también de compras y no cargó sus cigarros, y vaya “mono” que le agarró en la tienda al pedir sólo un “six” de cervezas y una botella de vino. ¡Nada de cigarros! Pero no crean que este tipo la tiene fácil, está en una lucha atroz por la abstinencia del tabaco; y vaya aquí que lo empieza a pregonar a viva voz por el parlante de mi aparato, y lucha y lucha…, y habla y habla. Intenta calmarse con una cerveza, y sigue cocinando, y le va bien. Cuando ya no puede más recurre a descorchar el vino, y lucha y sigue batallando…
Yo no había pensado siquiera en fumar, ahí estaba pica y pica ajo y perejil, planeando incluso un extra de chimichurri para cuando se me antojara un choripán; pero la actuación radiofónica de este cuate era tan creíble y convincente que me compenetré de sus ganas de fumar y pronto se hicieron mías. Lo seguí: destapé una cerveza helada que me supo a gloria y me dio más ganas de fumar. Me dije: “No puede ser que por este boludo de la radio yo rompa con una conducta de más de tres horas”. Y descorché también el vino, pa´que respire, ¿vio? Y el chabón de la radio seguía sin bajar por cigarros y con un sudor helado que yo podía ver por la radio. “Yo me fumo un porro…”, me dije; “…igual que la nicotina y el cannabinol no son lo mismo”. Y el pollito que ya crujía, y yo aguantando, y el tipo de la radio que seguía con su vía crucis, y el jazz que no volvía. ¡Parecía esto una cataplasma más que una cápsula!
La cuestión es que comí como un presidiario, el vino me supo a gloria y de postre me tomé un whisky con hielo y soda. Tantas ganas de fumar me dieron y tan en carne viva me mordió el sufrimiento del actor radial que me fumé cuatro cigarros seguidos: dos por mí y dos por él. ¡Yo estaba tan bien y decidido hasta antes de escuchar semejante cápsula…!
Ah, se me olvidaba, el leiv motiv de la cápsula era “El fin justifica los medios”. Intuí que el fin era dejar de fumar, los medios nunca los pude descifrar: ¿Serían ponerse en pedo para dejar el cigarro? ¿O sudar frío hasta morir? ¡Qué sé yo! Yo por las dudas no vuelvo a sintonizar ese programa.