lunes, abril 30, 2007

¿Seremos más animales de lo que sospechamos?




Un tipo le dice a otro: “Mirá qué boluda esta gallina, dibujo una raya de tiza en el piso, la pongo patas pa’ arriba con el pico sobre la raya y se queda como hipnotizada. ¡Qué boluda!, ¿no?”. En tanto, el resto de las gallinas miran desde el gallinero al interior de la casa, y esperando no ser la próxima víctima de sus propietarios, una de ellas le comenta a otra que no deja de hacer ejercicio a un ritmo violento para no lucir tentadora en la próxima elección culinaria, Vviste qué boludos, ése se la pasa todo el día enfrente de esa cosa cuadrada, sin moverse; el otro frente a esa otra cosa cuadrada, y solo mueve los dedos. La otra se lo pasa de un lado al otro preparando cosas (o preparando a alguna de nosotras) para sentarse a esa cosa también cuadrada, a donde acercan a su cuadrado con luz, que está también allí presente. “Viste que no hablan, si hasta podrían cacarear, como nosotras. ¿Vos qué creés?”, pregunta la plumífera, “¿será un ritual?, ¿su dios será cuadrado?”
Probablemente a muchos la historia anterior les parezca absurda, obviamente ficticia, y muy poco graciosa. Pero, abstrayéndonos de eso, ¿quién está más cercano a la realidad, o a la “supuesta” realidad, no digamos ya a la verdad, para no entrar en controversias?
En estas elucubraciones que a veces se nos hacen importantes, nunca falta quien te venga a escupir el asado: “Mirá, la verdad es sencillamente que la gallina es un animal y el ser humano no”.
Y uno se queda pensando en si no seremos en realidad más animales de lo que sospechamos, pero ya no analizando el trillado asunto de las brutalidades similares que compartimos: asesinatos, canibalismo, suicidio, sino la respuesta usual de quien defiende ciertos aspectos animales y te dice que los animales no matan por placer. Bien, agarrémonos de eso, si bien el asunto podría ser discutible y nadie sabe qué experimenta un animal cuando mata, y si eso le provoca tanto o más placer que comer, que por cierto sí se lo produce; pero el caso es que, tal y como van las cosas, ya no estoy seguro de que el hombre sienta un auténtico placer en matar, estoy teniendo serias dudas al respecto. Supongo que esta idea me ha cambiado un tanto el concepto darwiniano que tenía con respecto a nuestra similitud con los animales. Ahora veo que esa similitud con los animales también pasa por la búsqueda de espacios de poder, por devorar antes de ser devorados. También sucede con los animales, marcan y delimitan su territorio, sus hembras, tratan de perpetuar sus genes, y si es necesario matar por eso, además de tener que comer, lo hacen. No lo hacen acaso los seres humanos, y matan mucho más, aunque generalmente no se coman literalmente a sus muertos. Pero, ¿acaso en hombres y animales no son los territorios, las hembras (y los machos, por supuesto también), la comida, el cobijo y el asombro, lo suficientemente amplios si estuvieran repartidos de otra manera? ¿Qué se parece a qué, y se diferencia de qué bajo este punto de vista de conductas humanas y animales? ¿No será todo acaso un problema de (mal) diseño? Dios, el gran diseñador, ¿no se habrá equivocado? Tal vez, diría un elefante, que vive mucho más que un ser humano y, sin joder a nadie; pero... claro, no se la pasa tan bien como nosotros, ¿o sí?