Hiroshima todos los días

A las 8.15 de la mañana del 6 de agosto de 1945, el bombardero B-29 Enola gay soltó una bomba de uranio de 4,4 toneladas, bautizada con el nombre Little boy, sobre la vertical del puente Aioi, uno de los 81 que cruzaban los siete brazos del delta del río Ota. Un minuto más tarde se produjo la explosión con una fuerza de 10 kilotones. La zona de total evaporación tuvo un diámetro de unos 850 metros y la de destrucción total, uno de 1.800 metros. En el momento de la detonación y en los minutos y horas siguientes murieron cerca de 250.000 personas y otras 70.000 resultaron heridas; la mayoría de ellas fallecieron en los meses siguientes.

Hace pocos días más de 61 años, los "paladines de la justicia" en el mundo, los que "combaten el terrorismo y velan por la paz y el bienestar de la raza humana", quienes hablan del "eje del mal", cometieron una de las barbaries más grandes de que se pueda tener noticia. Un genocidio inexplicable e inexcusable. Pero ellos siempre tienen excusas, lo hicieron para acabar con la Segunda Guerra Mundial y evitar más muertes. Ni se le ocurra a usted cortarle la mano a su hijo para que no se siga hurgando en la nariz. ¡Por favor no intente prevenir males mayores!
Mataron una cantidad de gente inocente inconcebible en un abrir y cerrar de ojos. Estos chacales de la humanidad, de lo que ellos llaman el mundo "civilizado" siguen permitiendo y cometiendo nuevas "Hiroshimas" todos los días. Su sed de muerte, poder y devastación parece ser inextinguible e insaciable.

No quería dejar pasar esta fecha tan, tan triste para la historia de la humanidad sin recordarla. Sin recordarle a todos, y recordarme a mí mismo, que nunca hay que olvidarla. El olvido nos hace cada vez más propensos a que esto vuelva a suceder o continúe sucediendo a diario. Nadie, pero absolutamente nadie, está a salvo de estos poderosos, que no forman parte del eje del mal, son su mismo epicentro. Por favor, no olvidemos Hiroshima. ¡Jamás!