jueves, junio 08, 2006

¿Debates o culebrones?

De lo que hay no falta nada: junio 2006

Están de moda los debates políticos. Junto con las encuestas, tarde o temprano le tocan a culaquier persona que no viva en una cueva (con domicilio cavernario desconocido, pues si no lo van a encuestar). Lo curioso es que se parecen cada vez más a los "reality shows", las soap operas, los culebrones, las telenovelas o como ustedes quieran llamarles; pero si bien guardan una similitud en la forma, en el fondo estos géneros entretienen a la gente, Los debates aburren, y además molestan y entristecen. Aburren porque sólo hablan del pasado, nunca se atreven a echar un vistazo al futuro, nos exponen a acusaciones mútuas, descalificaciones, chismes de baja estofa. Molestan, porque uno espera escuchar otras cosas, se siente defraudado. Finalmente, entristecen; y lo hacen porque tumban esperanzas, muestran algo de lo que se verá en nuestras vidas en el futuro. Es como la anticipación de un final aciago y amargo de telenovela.
Aunque pensándolo bien, rescato a las telenovelas, en ellas han trabajado buenos actores y actrices, mucha gente ha hecho suyas esas historias, y tal vez acompañaron muchas tardes de soledad y costura o desamor. Pero no consigo rescatar a los debates. Les propongo un ejercicio: Vean un debate político, o si quieren grábenlo, luego reprodúzcanlo, pero en ambos casos quítenle el audio a la TV. Vaya sorpresa que se van a llevar: todos los de-batidores (sic) presentan gestos, ademanes y posturas (además de su esmeradamente cuidadados vestimenta y maquillaje) que han sido trabajados por sus "cuidadores de imagen" -¿Dónde se estudiará esta lucrativa profesión?-, todo al servicio de sus propuestas, por supuesto. Pero la verdad es que nos dan todo el aspecto de querernos vender algo que no es lo que queremos "comprar", no nos engañan. Sus falsas "actuaciones" de un mal método stalinslavskiano no convencen, el peor actor o actriz de telenovela tendría seguramente una actuación muy superior que la de estos señores... y señoras, que éste no es asunto para ponerse machista, ¡joder!